El objetivo es llevar el debate democrático de la Amazonia al mundo.
La Cumbre de los Pueblos hacia la COP 30 (30ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), construyendo una convergencia popular entre más de 600 movimientos sociales, redes y organizaciones de todo el mundo, espera reunir a más de 15.000 personas en Belém (PA) en noviembre de este año. El objetivo es debatir democráticamente, desde la Amazonia para el mundo, un proyecto popular de justicia climática capaz de combatir las desigualdades y el racismo ambiental.
La Cumbre se está organizando en torno a ejes de convergencia de propuestas, basados en la diversidad de prácticas, conocimientos, culturas, memoria e historia compartida entre los pueblos de Brasil, América Latina y el Caribe. Ellos son:
- La soberanía de los pueblos sobre el agua, la tierra, los territorios y la soberanía alimentaria, con el derecho a la tierra y los territorios, la reforma agraria y la diversidad de los conocimientos agroecológicos de los pueblos como soluciones reales a la crisis climática;
- La necesidad de reparaciones históricas y la anulación de las deudas ilegítimas, construidas a partir de las violaciones de los derechos de los pueblos indígenas, afrodescendientes, mujeres y diversidades que, en la resistencia secular al colonialismo, al imperialismo, al neoliberalismo y a los proyectos de muerte de las empresas transnacionales, han construido redes de protección de los territorios y relaciones sociales solidarias;
III. La construcción de una transición justa, popular, inclusiva y con trabajo decente, basada en la organización y movilización de la clase trabajadora y en la reorganización de una economía centrada en la sustentabilidad de la vida, y no en la continuidad del extractivismo neocolonial para el sustento de grandes fortunas y empresas privadas de tecnología y consumo de combustibles fósiles, que además sustenta guerras, genocidios y la muerte artificial de las ideas e ideales humanos;
- Contra la opresión, por la democracia y por el internacionalismo de los pueblos y la solidaridad, real y radical, como posibilidad de recrear el cuidado y el compromiso político y democrático entre personas, territorios, pueblos y naciones, en la lucha contra el fascismo y las guerras que el multilateralismo, en crisis y capturado por los intereses corporativos, ya no puede contener;
- Ciudades justas y periferias urbanas vivas, con derechos, vivienda, movilidad, alimentación sana, salud, educación públicas, con convivencia y adaptadas a la crisis climática, sin racismo ni segregación social; y finalmente,
- Feminismo popular y resistencia de las mujeres en los territorios, porque las mujeres están a la vanguardia de las luchas por la justicia medioambiental, desmantelando las estructuras patriarcales que están en el origen del proceso de acumulación del sistema capitalista, que necesitan ser transformadas radicalmente si queremos cambiar el mundo.
La Amazonia, como el resto de los biomas de Brasil, importa; y, a excepción de la Caatinga, constituyen riquezas en sociobiodiversidad y culturas que compartimos con los países sudamericanos. Además, la Amazonia Azul, dentro de los límites de la Plataforma Continental, constituyendo un maretorio de 360.000 km² en el Margen Ecuatorial de Brasil, nos acerca y nos conecta con el Caribe y los países vecinos de la costa atlántica hasta la región mesoamericana. A partir de la acumulación de luchas latinoamericanas y caribeñas en defensa de la democracia contra el colonialismo, el neoliberalismo, el imperialismo, el fascismo y la ultraderecha, la unidad de los pueblos en defensa de la democracia y sin amnistía a los golpistas, construye el poder popular necesario para enfrentar la crisis climática con justicia ambiental, desmontando el poder de las grandes transnacionales y los tratados de libre comercio que las benefician. Esto se da sobre la base del concepto y proyecto político de Soberanía Alimentaria, las propuestas de la clase trabajadora por una Transición Justa con integración regional, las prácticas de la economía feminista con trabajo decente para todos en tiempos de cambio tecnológico acelerado y la lucha por los derechos de Libre Circulación de migrantes, no de mercancías. Estas son las agendas políticas de los pueblos con los que históricamente hemos compartido historias de lucha y solidaridad, hoy, frente a los resultados desalentadores en las elecciones de Ecuador, y siempre.
¿Cómo podemos traducir estas propuestas políticas y prácticas de los territorios y pueblos de la región, que están construyendo soluciones reales para la justicia climática, más allá de los espacios capturados por los intereses corporativos en las Naciones Unidas? La Cumbre de los Pueblos es un espacio donde los movimientos convergen para compartir un análisis a largo plazo y construir una agenda política común más allá de la COP30. Ya está en marcha, del Amazonas a la Pampa, de las Tierras de Anya Ayala, para algunos América Latina, al mundo. Hay que navegar en un mar de contradicciones en un planeta donde las potencias imperiales están en declive y en guerra, por lo que la distancia entre las visiones y propuestas populares y las de las negociaciones climáticas de la ONU es abismal. Sin embargo, frente a la crisis del capitalismo, es aquí donde deben reconocerse y fortalecerse las soluciones populares, llevando al mundo las lecciones de la Amazonia y sus pueblos.
En 30 años, las COP sobre el clima no han llegado a ninguna decisión sobre la financiación de la lucha contra el cambio climático, aparte de que ésta corre a cargo de instituciones financieras como el Banco Mundial y con préstamos generadores de deuda y fondos procedentes de inversiones privadas y de los mercados del carbono. Los pueblos y la sociedad civil compiten con las empresas, cada vez más especializadas en lucrarse de los desastres climáticos, por el acceso y la gestión local de los recursos para fortalecer sus territorios y proyectos sociales, de forma legítima pero desigual, en el limitado contexto de la participación social en las negociaciones.
Los movimientos sociales y populares de la región, ante la escalada de hambre y violencia en Haití y la invasión militar de Kenia financiada por Estados Unidos, exigen la devolución de una deuda inmoral e ilegítima cobrada por Francia hizo exactamente 200 años, el 17 de abril de 2025, por haber esclavizado a los negros en esta isla caribeña, llamada así por su diezmada población indígena, que se atrevió a ser la primera colonia europea en liberarse e independizarse en 1804. Exigen no sólo una reparación histórica para los pueblos negros y quilombolas, sino también el reconocimiento efectivo de su cultura ancestral y la permanencia de sus territorios como eje central en el cuidado de la biodiversidad y el clima, habiendo obtenido ya una importante victoria en la XVI Conferencia de Biodiversidad en Cali, Colombia, el año pasado.
Se supone que la COP 30 de Belém revisará las NDC, que son las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional de cada país para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero de modo que el calentamiento global no supere el límite de 1,5oC estipulado en el Acuerdo de París. Sin embargo, aún no hay un objetivo para acabar con la contaminación ni un tratado que obligue a las grandes empresas de la industria de los combustibles fósiles a rendir cuentas por sus violaciones de derechos y por su responsabilidad climática histórica y actual (el 70% de las emisiones globales que calientan el planeta y destruyen territorios, maretorios y la vida de ecosistemas y comunidades locales provienen de los combustibles fósiles). Los pueblos indígenas de Brasil están demostrando por qué son parte de la solución, defendiendo no sólo sus territorios y entornos, sino todos los biomas y la salud de la población y del planeta, además de señalar a los culpables de los ataques a sus territorios y formas de vida y unirse a los movimientos rurales afectados por el agronegocio, que deforesta y contamina.
Aunque Brasil no tiene ninguna responsabilidad histórica en comparación con los países que se desarrollaron y se beneficiaron de la Revolución Industrial, hoy es el séptimo mayor emisor de gases de efecto invernadero (con un 3% de las emisiones mundiales). Alrededor del 75% de las emisiones de Brasil proceden de la Amazonia, y el 14% del Cerrado. El 48% de las emisiones de Brasil proceden de la deforestación, y el 27% de la agricultura y ganadería (20% agricultura y 80% ganadería). Teniendo en cuenta que el principal responsable de la deforestación en Brasil es el sector agrícola, podemos decir que más del 75% de la contaminación climática de Brasil es responsabilidad directa del agronegócio. Por no hablar de todas las emisiones que implica la producción y el uso de pesticidas y fertilizantes, la maquinaria y el transporte intercontinental de materias primas. Además de calentar el planeta, destruye la biodiversidad; contamina cuerpos y territorios con pesticidas; expulsa y asesina indígenas, quilombolas, campesinos y ecologistas; concentra tierras y poder; y todo ello no para producir alimentos, sino para exportar mercancías de forma altamente subvencionada y libre de impuestos.
El combinado corporativo del agronegócio, dependiente de la minería y del petróleo, prepara su Agro COP en la ciudad de Marabá (PA) en octubre de este año. Por su parte, los ultraconservadores trumpistas y bolsonaristas convocan la CPAC (Conservative Political Action Conference) 2025 para contrarrestar la COP 30 en Manaos en el mismo período. La esperanza y el compromiso con el cuidado de la vida está en las organizaciones de base, la defensa de la democracia y la movilización de los pueblos en la Cumbre de los Pueblos hacia Belém, adonde todas las aguas fluyen. La presidencia brasileña de esta histórica COP debe ver este movimiento como un aliado para el éxito de la conferencia, tanto como es esencial para la participación popular autónoma y autoorganizada en defensa de la democracia y la integración entre los pueblos, en lugar de promover campeones climáticos empresariales y recursos públicos para las falsas soluciones de la financiarización del clima y la naturaleza con el control territorial corporativo.
Esta marcha, para los pueblos y movimientos sociales de Brasil y América Latina, viene de lejos y se une a la solidaridad y movilización mundial por la justicia climática, en alianza contra el fascismo, el genocidio en Palestina y las desigualdades sociales. Para combatir las emisiones globales, a partir de la responsabilización de los países y empresas transnacionales con mayor contribución histórica, queremos mostrar, desde nuestra región, desde Brasil, desde la Amazonia y al mundo, cómo luchamos unidos contra la degradación de nuestros biomas, de nuestra salud y de nuestras formas de vida, sea en los bosques, en los mares, en los campos o en las ciudades.
Que nuestras voces resuenen al unísono para alertar sobre la urgencia de enfrentar y transformar el actual modelo global exportador de petróleo y agro, hidro y minería, fomentado por los tratados de libre comercio, desde las ex colonias del Sur Global hasta las potencias imperiales que, en crisis, siguen alimentando guerras y genocidios y calentando el planeta. Nuestra lucha por una transición ecológica, con justicia ambiental y feminismo popular, pasa por la protección de los territorios de vida, la reconstrucción de los sistemas alimentarios y energéticos, la gestión del agua y los espacios urbanos, los servicios públicos de calidad, la salud, la educación y el saneamiento, con reparaciones para los pueblos originarios y tradicionales, los negros, las mujeres y diversidades, y el respeto a las culturas de los pueblos de esta tierra que tienen la sabiduría, la fuerza y la voluntad de luchar para continuar este camino. Que este encuentro crezca como las aguas cuando se juntan, convergiendo con fuerza y unidad de los pueblos del mundo en la diversidad de los saberes amazónicos.
Traducción: Alan Noronha / Amigas da Tera Brasil
Artículo publicado originalmente en portugués en el diario Brasil de Fato el ttps://www.brasildefato.com.br/colunista/amigos-da-terra-brasil/2025/04/16/clima-complicado-como-navegar-com-unidade-popular-no-mar-das-contradicoes-rumo-a-cop-30/