Un año después de las inundaciones en Rio Grande do Sul: lo que es un recuerdo para algunos sigue siendo una realidad para muchos


Hace un año, la población del sureño estado brasileño de Rio Grande do Sul se enfrentó a una de las peores catástrofes socioambientales de su historia, si no la peor. En los últimos días de abril y durante el mes de mayo de 2024, el volumen de lluvia registrado en el estado fue muy elevado en la mayoría de las regiones,
situación sin precedentes en más de un siglo de mediciones en distintos municipios, según informó el instituto meteorológico Metsul. Localidades de importantes cuencas hidrográficas, de las que varios ríos desembocan en la región metropolitana de Porto Alegre, promediaron fácilmente entre 400mm y 800mm de lluvia acumulada en el período, alcanzando la impresionante cifra de 1.023mm en la estación meteorológica de Caxias do Sul, en la Sierra Gaucha. Según los datos, en menos de quince días llovió el equivalente de lo que suele llover durante cinco meses en el estado.

Los resultados pudieron ser acompañados por todo el país a través de los medios, incluidas las retransmisiones en directo de famosos presentadores de televisión. Las imágenes del caos climático dieron la vuelta al mundo. Ciudades inundadas por el desbordamiento de ríos y deficiencia en el sistema de protección y la escorrentía del agua de lluvia, comunidades aisladas por desprendimientos de tierras y carreteras destruidas, daños económicos e impacto en el medio ambiente. Aproximadamente 537.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares; 80.000 tuvieron que recurrir a refugios públicos; 184 personas murieron y otras 25 siguen desaparecidas. Alrededor de uno de cada cinco habitantes de RS se vio afectado por las inundaciones. De las 497 ciudades del estado, 478 se vieron afectadas.

Un año después, la histórica inundación permanece en la memoria para algunos, pero para muchos sigue siendo una realidad cotidiana. La clase trabajadora, la población empobrecida, las pequeñas empresas, los territorios indígenas y quilombolas, los asentamientos de la reforma agraria y los campesinos siguen intentando recuperar sus pérdidas y reconstruir mínimamente sus vidas. Para dar una idea, a finales de abril de este año, casi 400 personas se alojaban en albergues públicos  porque no tienen adónde ir, la mayoría en la región metropolitana. El gobierno estatal quiere vaciarlos antes de finales de mayo, pero utilizando soluciones aún más precarias, como las estancias solidarias y los alojamientos temporales, lo que acaba prolongando la agonía y la inseguridad que parecen no tener fin. Como recurso habitacional más eficaz, existe el programa del gobierno federal para comprar una casa con fondos públicos (llamado compra asistida), pero muchas familias se quejan de que no pueden acceder a él por la exigencia de acreditar documentación, además de que el proceso dura meses.

Resistir para existir: las inundaciones revelan la lucha por los territorios de la vida


El pueblo mbyá guaraní de Pindó Poty sufre inundaciones desde hace años en el barrio de Lami, en el extremo sur de Porto Alegre (RS). Los guaraníes ya no pueden contar cuántas veces han reconstruido sus casas, han perdido la ropa y los utensilios, las cosechas, los animales domésticos y los que criaban para comer. La gran inundación de 2024 no fue diferente. El pueblo se inundó al desbordarse el arroyo Lami, que bordea ese lugar. Las familias fueron acogidas temporalmente por parientes kaingang del pueblo Van-Ká, en el mismo barrio de la capital de Rio Grande do Sul. A su regreso, contaron con una red de solidaridad y donaciones para reconstruir sus vidas una vez más.

Una encuesta de colaboración, llevada a cabo conjuntamente por CIMI Regional Sur, la Comisión Yvyrupa Guaraní (CGY), FLD/Comin/CAPA y CEPI/RS, indicó que más de 80 comunidades y territorios indígenas se vieron directamente afectados, algunos de ellos con extrema gravedad, los pasados meses de abril y mayo. La CGY promovió entonces una campaña financiera y de donaciones, que tuvo como resultado la distribución de 20 toneladas de alimentos a 37 pueblos, que también recibieron agua potable y artículos básicos como mantas y colchones. Según un informe divulgado por la Comisión Guaraní en junio de 2024, se llegó a 674 familias, con un total de más de 3.300 personas, en diversas regiones del estado de Rio Grande do Sul.

La campaña de la CGY contó con el apoyo de un amplio abanico de socios de la sociedad civil, individuos, colectivos y organizaciones, muchos de ellos de fuera de Brasil. Además, Amigas de la Tierra Brasil participó en otro frente, junto con Rede Coop, a través del cual entregamos canastas de alimentos procedentes de la agricultura campesina a las familias guaraníes del pueblo de Yy Ryapu, en Palmares do Sul, al sur del estado. Estas iniciativas resumen bien lo que vimos durante gran parte de la emergencia de las inundaciones: una red de solidaridad sostenida por la sociedad ya organizada y por tantos individuos que, ante la urgencia, se organizaron: “Ninguno de los Tekoá [pueblos] afectados ha tenido apoyo de las autoridades hasta ahora. Ni con comida, ni con nada. La cosa es difícil. Cuando ocurrió esta tragedia de las inundaciones, conseguimos apoyo de socios indigenistas y de organizaciones de otros países, como Alemania”, explica Helio Wherá, de la CGY.

La inundación deja claro que los gobiernos están cada vez más alejados de los territorios indígenas. Tanto a la hora de atender la principal reivindicación de muchos de ellos, que es la demarcación de las tierras, como a la hora de proporcionarles las infraestructuras necesarias y el acceso a los servicios humanos básicos, como salud y saneamiento, para que puedan vivir. A nivel federal, vemos un intento del gobierno de Lula de acercarse a los lugareños, pero está ocurriendo muy lentamente. El pueblo de Pekuruty resiste precariamente desde hace 16 años a orillas de la autopista BR 290, en Eldorado do Sul (RS), y se inundó el 2024 , junto con alrededor del 80% de la ciudad. Lo poco que quedaba de sus pertenencias fue retirado por funcionarios del DNIT (Departamento Nacional de Infraestructuras de Transporte), y tuvieron que empezar de nuevo prácticamente desde cero, contando únicamente con la ayuda de socios.

Al igual que Pindó Poty, Pekuruty espera la demarcación para poder asentarse en un lugar seguro. “El gobierno tiene tierras, pero ¿no quiere dárselas a los indígenas o quiere matarlo todo? El hombre blanco piensa con dinero. Entonces compra animales, vacas, tierra, planta todo, cosecha dinero. Vende agua, vende pescado. Hay 2.000, 3.000 hectáreas de tierra. Y aquí [en el pueblo], hay 400 hectáreas, caballos, vacas, tierra. ¿Será que no tenemos un poco para que los indígenas puedan vivir aquí?”, preguntó el jefe Estevão Kuaray.

Los efectos de la emergencia climática son sólo uno de los muchos retos a los que se enfrentan a diario los pueblos indígenas para sobrevivir. La retoma indígena Tekoa Yjerê, en Ponta do Arado, bordeada por el río Guaíba, en la capital de Rio Grande do Sul, se vio completamente afectada por la inundación. En aquel momento, las familias, constantemente agredidas por un promotor inmobiliario que quiere instalarse en el lugar, lo perdieron todo, y el jefe Timóteo Karay Mirim reflexionó sobre la relación de los pueblos con la naturaleza, que está siendo destruida por la sociedad capitalista de los no indígenas (Juruá). Al mismo tiempo, en el pueblo Tekoá Jatay’ti (Cantagalo), situado en Viamão (RS), Jaime Vherá Guyrá, que era jefe del territorio, destacó la importancia de la tierra para los pueblos indígenas y la relación entre la tierra y la emergencia climática.


La «catástrofe» se ha convertido en una oportunidad de ganancias para los capitalistas y las grandes empresas

Desde al menos 2019, venimos siguiendo algunos de los dramas a los que se enfrentan las familias del asentamiento de Guaíba City, donde viven unas 280 familias, entre las localidades de Charqueadas y Eldorado do Sul, cerca del río Jacuí. La comunidad y el Asentamiento de la Reforma Agraria Apolônio de Carvalho, perteneciente al MST (Movimiento de los Sin Tierra), corrían un grave riesgo a causa de la mina de carbón a cielo abierto proyectada por Copelmi, que sería la mayor de Brasil. La grave inundación de la región en 2024 fue la gota que colmó el vaso para que la empresa renunciara este año al proyecto, que ya se enfrentaba a un embargo judicial y a una fuerte resistencia popular.

Sin duda es una victoria, pero Guaíba City sigue abandonada. La comunidad, que lleva años desatendida por las autoridades públicas, experimentó otro nivel de desamparo durante la inundación, cuando quedó aislada. Según los habitantes, no hubo ninguna advertencia sobre la inundación. Perdieron sus pertenencias y animales domésticos, y sufrieron pérdidas como consecuencia de la inundación de sus viviendas y pequeños negocios. Tras la inundación, visitamos la región y registramos animales muertos y mucha basura en las calles, carreteras dañadas e instalaciones públicas en desuso, como un centro de salud. La comunidad también pidió que se reconstruyera un puente para poder desplazarse. Las respuestas de las intendencias fueron lentas.

La ciudad donde están Guaíba City y el Pueblo Guarani Pekuruty es Eldorado do Sul que, proporcionalmente, fue el municipio más afectado por las inundaciones de todo Rio Grande do Sul. De los aproximadamente 42.000 habitantes, 34.000 se vieron afectados. Se calcula que el 80% de las viviendas sufrieron daños y toda la zona urbana quedó inundada. Muchos residentes que se marcharon durante la inundación han renunciado a volver a Eldorado debido a la inseguridad y la falta de perspectivas. En la misma ciudad, las personas que se quedaron intentan reconstruir sus vidas sin muchos recursos y dependiendo de los retrasados retornos del gobierno, que puede que ni siquiera lleguen como prometieron, mientras  el gobierno de RS anunció la instalación del mayor complejo de infraestructura digital de América Latina por la empresa Scala, en uno de los pocos terrenos que no ha sido inundado. Se prevé que esta «ciudad de centros de datos» sea una de las mayores inversiones privadas de la historia del Estado y consumirá más energía que la generada por la cuarta mayor central hidroeléctrica de Brasil.

En la vecina ciudad de Guaíba, que también sufre la inundación de 2024, el fabricante de celulosa CMPC confirmó a finales de año su intención de seguir con el proyecto de mil millones de euros para construir un nuevo parque industrial en la región y ampliar las superficies de monocultivos de eucalipto. Los monocultivos de árboles generan una pérdida de biodiversidad y un aumento del déficit hídrico allí donde se implantan, aislando los territorios de la vida rodeados de estos proyectos de muerte. Las fábricas de celulosa, que consumen mucha agua, también contaminan mucho, como denuncian las campesinas asentadas en sus alrededores. Además, los monocultivos agravan los extremos climáticos por su influencia en el suelo, el agua y la biodiversidad. Los monocultivos son una emergencia climática. Aquí, en Rio Grande do Sul, se han visto facilitados por la  modificación de la Zonificación Ambiental Forestal (ZAS), que permite aumentar las superficies de monocultivo de los 1,2 millones de hectáreas actuales a 4 millones de hectáreas, propuesta que implicaba al propio CMPC, que se beneficia de la medida.

En la capital, Porto Alegre, el sector inmobiliario es uno de los más afectados por las inundaciones. Las zonas de la ciudad que ya albergaban proyectos inmobiliarios de alto nivel adquisitivo y quedaron inundadas tendrán que recibir grandes inversiones del gobierno para mejorar sus infraestructuras. Otras zonas desechadas, pero con potencial de explotación, serán probablemente objeto de especulación inmobiliaria. Este año, el intendente Sebastião Melo pretende privatizar la parte más rentable del DMAE, organismo municipal responsable del suministro de agua potable y de la gestión del alcantarillado de la capital, cuyo desguace y precariedad fueron la causa del agravamiento del caos climático vivido por sus 2 millones de habitantes.

Tras meses fuera de operación, el único aeropuerto de la capital de Rio Grande do Sul, operado por la transnacional alemana Fraport , sólo reanudó la reconstrucción tras un rescate económico del gobierno federal y aún no ha vuelto a funcionar a pleno rendimiento. En medio del caos climático, los gobiernos estatal y municipal recurrieron a empresas privadas estadounidenses como WayCarbon y Alvarez & Marsal, especializada en capitalismo de catástrofes , que también gestionó la catástrofe climática privada, privatista y racista de Nueva Orleans (Estados Unidos) tras el huracán Katrina.

Ajenos al cambio climático provocado por la explotación y el modo de producción depredador de la sociedad en la que vivimos, los gobiernos de Leite y Melo optaron por  falsas soluciones que benefician a las grandes empresas y a los capitalistas y que sin duda profundizarán aún más la emergencia climática. Si antes la lucha era contra el negacionismo, ahora la lucha es contra el oportunismo climático, que intenta expandir sus proyectos de muerte a través de políticas neoliberales y soluciones de mercado.

La respuesta está en la organización de base y el refuerzo de las soluciones populares

El avance del capital en los territorios de la vida fue el motor del diluvio, una tragedia tan anunciada  por ecologistas y movimientos sociales y de base que se centran en la emergencia climática, producto del capitalismo. Muchos de los impactos podrían haberse evitado, pero se ignoraron las advertencias en nombre del beneficio de la especulación inmobiliaria, el agronegocio y la minería – sectores que, con sus empresarios o políticos, navegan en el caos climático con proyecto$ de muerte, a veces vestidos con chalecos salvavidas, que anuncian falsas soluciones de mercado.

Un año después de la inundación, para la mayoría de la gente la precariedad no es sólo un recuerdo. Los poderes públicos no han tomado medidas eficaces, hecho que se pone de manifiesto con cualquier lluvia, que provoca inundaciones en la mayoría de las ciudades, trayendo consigo riesgos, destrucción, enfermedades, falta de electricidad, de acceso al agua potable y al transporte. El pavor se repite. Aunque Porto Alegre acogió recientemente el South Summit Brasil, el mayor evento de tecnología e innovación de América Latina, donde se habló de resiliencia en términos de negocio privado, el Estado sigue sin construir sistemas de protección contra las inundaciones (se han prometido 8 proyectos, ninguno está en marcha). La propuesta del gobierno es más privatización y más alejamiento del pueblo en la política. Las personas fundamentales impactadas en el campo, ciudades, pueblos y retomas indígenas, quilombos y periferias, que hacen posible la alimentación, el cuidado y la colectividad en sus territorios de vida, necesitan participar de los espacios de decisión política.

Así como la respuesta inmediata a las inundaciones la dieron los movimientos sociales organizados y los territorios de vida, fundados en los principios de la solidaridad, ésta es también nuestra única salida a largo plazo. Las retomadas indígenas siguen vivas y de sus raíces surgen respuestas sobre cómo regenerar el planeta, reexistir y sembrar vida. La ocupación de Maria da Conceição Tavares por parte del MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo), en un edificio público desocupado desde hace años en el centro de la capital, demuestra que la solución puede no haber sido las casas temporales propuestas por el gobierno, sino que hay más casas sin gente que gente sin casa, y que el derecho a una vivienda digna debe prevalecer sobre la codicia del sector de la especulación inmobiliaria. Los comedores de emergencia siguen funcionando hasta hoy, en una red de solidaridad entre el campo y la ciudad que se ha ampliado y ganado nuevos espacios.

Las organizaciones populares actuaron enérgicamente durante la mayor catástrofe socioambiental de Rio Grande do Sul para garantizar los derechos, y siguen trabajando juntas para apoyar a la población y construir respuestas reales a las crisis sistémicas. Exigen que el Estado asuma sus responsabilidades y que las políticas se orienten en torno a las necesidades de los territorios de vida, con participación popular. Nos recuerdan constantemente que no hay justicia climática sin justicia para los pueblos. Y en su horizonte, además del freno a la emergencia climática, están las banderas por la soberanía alimentaria, el fortalecimiento de la agroecología, la soberanía de la tierra, la reforma popular urbana y rural, la demarcación de los territorios indígenas y la titulación de los quilombolas. Contra el fatalismo predicado por el sistema capitalista, que lucra con los desastres, están los pueblos y comunidades en lucha, haciendo viva la memoria de que la realidad debe ser transformada. 

*Columna publicada originalmente el 22 de mayo en el diario Brasil de Fato en el siguiente enlace https://www.brasildefato.com.br/colunista/amigos-da-terra-brasil/2025/05/22/um-ano-da-enchente-no-rio-grande-do-sul-o-que-e-memoria-para-alguns-para-muitos-ainda-e-realidade/

One year after the flood in Rio Grande do Sul: what is a memory for some is still a reality for many


A year ago, the population of the southern Brazilian state of Rio Grande do Sul faced one of the worst – if not the worst – socio-environmental disasters in its history. In the last days of April and during the month of May 2024, the volume of rain recorded in the state was very high in most regions,
an unprecedented situation in more than a century of measurements in different municipalities, as reported by Metsul, the meteorological institute. Localities in important river basins, from which several rivers flow into the Porto Alegre metropolitan region, easily averaged between 400mm and 800mm of accumulated rain in the period, reaching an impressive 1,023mm at the Caxias do Sul weather station in the region called Serra Gaúcha (Gaucho Hills). According to the data, in less than a fortnight it rained the equivalent of what it usually rains for five months in the state.

The outcomes were followed throughout Brazil by the media, including live broadcasts by famous TV anchors. The images of climate chaos travelled the world. Towns were inundated by flooding rivers and deficiency in the protection system and rainwater runoff, communities marooned due to landslides and destroyed roads, economic damage and impact on the environment. Approximately 537,000 people had to leave their homes; 80,000 had to resort to public shelters; 184 people died and other 25 are still missing. Around one in five inhabitants of RS were affected by the floods. Out of 497 towns and cities in the state, 478 were affected.

One year on, the historic flood remains in the memory for some, but for many it is still a daily reality. The working class, the impoverished population, small businesses, indigenous and quilombola territories, agrarian reform settlements and peasants are still trying to recover their losses and minimally rebuild their lives. One example is that at the end of April this year, almost 400 people remained in public shelters because they have nowhere else to go, most of them in the metropolitan region. The state government wants to empty them by the end of May, but using even more precarious solutions, such as solidarity stays and temporary housing, which end up extending the agony and insecurity that seem to have no end. As a more effective housing resource, there is the federal government’s programme for buying a house with public funds (called assisted purchase), but many families complain that they can’t access it because of the requirement to prove documentation, as well as the fact that the process takes months.

Resisting in order to exist: flooding reveals the struggle of the territories of life

The Mbyá Guarani Pindó Poty Village has been suffering from flooding for years in the Lami neighbourhood, in the far south of Porto Alegre (RS). The Guarani can no longer count how many times they have rebuilt their homes, lost their clothes and utensils, crops, domestic animals and those they raised for food. The great flood of 2024 was no different. The village was flooded when the Lami Stream, which runs alongside the village, overflowed its banks. The families were temporarily sheltered by Kaingang relatives from the Van-Ká Village, in the same neighbourhood in the capital of Rio Grande do Sul. When they returned, they relied on a network of solidarity and donations to rebuild their lives.

A collaborative survey, carried out jointly by CIMI Southern Regional, the Yvyrupa Guarani Commission (CGY), FLD/Comin/CAPA and CEPI/RS, indicated that more than 80 indigenous communities and territories were directly affected, some of them extremely seriously, last April and May. The CGY promoted a financial and donation campaign at the time, resulting in the distribution of 20 tonnes of food to 37 villages, which also received drinking water and basic items such as blankets and mattresses. According to a report released by the Guarani Commission in June 2024, 674 families were reached, totalling more than 3,300 people, in various regions of the state of Rio Grande do Sul.

CGY’s campaign was supported by a wide range of civil society partners, individuals, collectives and organisations, many from outside Brazil. In addition to this, Amigas de Terra Brasil took part in another front, together with Rede Coop, through which we delivered food baskets from peasant farming to the Guarani families of the Yy Ryapu village in Palmares do Sul, in the south of the state. These initiatives sum up well what we saw during much of the flood emergency period: a solidarity network sustained by already organised society and by so many individuals who, faced with urgent need, organised themselves. “None of the Tekoá [villages] affected have had support from the authorities so far. Not with food, not with anything. It’s really difficult. When this flood tragedy happened, we managed to get support from indigenist partners and organisations from other countries like Germany,” said Helio Wherá, from CGY.

The flood makes it clear that governments are increasingly distant from indigenous territories. Both in meeting the main demand of many of them, which is land demarcation, and in providing the necessary infrastructure and access to basic human services such as health and sanitation, so that they can live. At the federal level, we see an attempt by the Lula government to reach out to the locals, but it is happening very slowly. The Pekuruty village has resisted precariously for 16 years on the banks of the BR 290 motorway in Eldorado do Sul (RS), and was flooded in 2024, along with around 80 per cent of the town. What little was left of their belongings was removed by the DNIT (National Department of Transport Infrastructure) officials, and they had to start again practically from scratch, relying only on the help of partners.

Like Pindó Poty, Pekuruty is awaiting demarcation so that it can settle in a safe place. “The government has land, but does it not want to give it to the Indigenous people, or does it want to kill everything? The white man thinks with money. Then he buys animals, cows, land, plants everything; he harvests money. He sells water, he sells fish. There’s 2,000 or 3,000 hectares of land. And here [in the village], there are 400 hectares, horses, cows, land. Could it be that we don’t have a little bit to make it possible for the indigenous people to live here?” asked chief Estevão Kuaray.

The effects of the climate emergency are just one of many challenges that indigenous peoples face on a daily basis in order to survive. The Tekoa Yjerê Indigenous Retake, in Ponta do Arado, bordered by the Guaíba river in the capital of Rio Grande do Sul, was completely hit by the flood. At the time, the families, who are constantly being attacked by a property developer who wants to set up on the site, lost everything, and  chief Timóteo Karay Mirim reflected on the peoples’ relationship with nature, which is being destroyed by the capitalist society of non-indigenous people (Juruá). At the same time, in Tekoá Jatay’ti (Cantagalo) village, located in Viamão (RS), Jaime Vherá Guyrá, who was chief of the territory, highlighted the importance of land for indigenous people and the relationship between land and the climate emergency. 

‘Disaster’ has become a profit opportunity for capitalists and big businesses

Since at least 2019, we’ve been following some of the drama faced by families from the Guaíba City allotment, where around 280 families live, between the towns of Charqueadas and Eldorado do Sul, near the Jacuí River. The community and the Apolônio de Carvalho Agrarian Reform Settlement, which belongs to the MST (Landless Movement), were at serious risk from Copelmi’s planned open-cast coal mine, which would be the largest in Brazil. The severe flooding of the region in 2024 was the final straw for the company to give up on the project this year, which was already facing a court embargo and strong popular resistance.

It is certainly a victory, but Guaíba City is still abandoned. The community, which has been neglected by public authorities for years, experienced another level of helplessness during the flood, when it was left stranded. According to the residents, there was no warning about the flood. They lost their belongings and domestic animals, and incurred losses as a result of their homes and small businesses being flooded. After the flood, when we visited the region, we recorded dead animals and lots of rubbish on the streets, damaged roads and disused public facilities such as a health centre. The community also asked for a bridge to be rebuilt so they could get around. The responses from the town halls were slow.

The town where Guaíba City and the Guarani Pekuruty village are located is Eldorado do Sul which, proportionally, was the municipality hardest hit by the floods in the whole of Rio Grande do Sul. Of the approximately 42,000 inhabitants, 34,000 were affected. An estimated 80 per cent of homes were damaged and the entire urban area was flooded. Many residents who left during the flood gave up on returning to Eldorado due to insecurity and lack of prospects. In the same town, the people who stayed are trying to rebuild their lives without much recourse and depending on long-delayed returns from the government, which may not even arrive as promised, while  the RS government announced the installation of the largest digital infrastructure complex in Latin America by the company Scala, on one of the few plots of land that were not flooded.  This ‘city of datacentres’ is expected to be among the largest private investments in the state’s history and will consume more energy than that generated by Brazil’s fourth largest hydroelectric plant.

In the neighbouring town of Guaíba, which is also suffering from the 2024 flood, pulp manufacturer CMPC confirmed at the end of the year that it intends to continue with the billion dollars project to build a new industrial park in the region and expand the areas of eucalyptus monoculture plantations. Monoculture tree plantations generate a loss of biodiversity and an increase in water deficit where they are implemented, isolating territories of life surrounded by these projects of death. Pulp mills, which use a lot of water, are also major polluters, as the peasant women who settle in their neighbourhood denounce. In addition, monocultures aggravate climate extremes due to their influence on soil, water and biodiversity. Monoculture is a climate emergency. Here in Rio Grande do Sul, it has been facilitated by the change in the Environmental Zoning for Forestry (ZAS), which allows monoculture areas to increase from the current 1.2 million hectares to 4 million hectares, a proposal that involved the CMPC itself, which benefits from the measure. 

In the capital, Porto Alegre, the property sector is among the most affected by the floods. Areas of the city that were already home to high-income real estate projects and were flooded will have to receive large investments from the government to improve their infrastructure. Other scrapped areas, but with potential for exploitation, are likely to be the target of real estate speculation. This year, mayor Sebastião Melo is seeking to privatise the most profitable part of DMAE, the municipal body responsible for supplying drinking water and managing the capital’s sewage system, whose abandon and precariousness was at the root of the worsening climate chaos experienced by its 2 million inhabitants.

After months out of work, the only airport in the capital of Rio Grande do Sul, operated by the German transnational Fraport, only resumed reconstruction after an economic bailout by the federal government and has not yet returned to full capacity. In the midst of the climate chaos, the state and city governments called in private US companies such as WayCarbon and Alvarez & Marsal, specialised in disaster capitalism , which was also responsible for the private, privatising and racist climate disaster management in New Orleans (United States) after Hurricane Katrina.

Oblivious to the changes in the climate caused by exploitation and the predatory production methods of the society in which we live, the Leite and Melo governments opted for  false solutions that benefit big business and capitalists, and which will certainly deepen the climate emergency even further. If before the fight was against denialism, now the fight is against climate opportunism, which is trying to expand its death projects through neoliberal policies and market solutions.

The answer lies in grassroots organisation and the strengthening of people’s solutions

The advance of capital into the territories of life was the driving force behind the flood, a tragedy that had been so long foretold by environmentalists, social and grassroots movements that are focussing on the climate emergency, a product of capitalism. Many of the impacts could have been avoided, but warnings were ignored in the name of profit from real estate speculation, agribusiness and mining. Those are sectors that, with their businessmen or politicians, navigate the climate chaos with death project, sometimes disguised in life jackets announcing false market solutions.

A year after the flood, for most people the precariousness is not just a memory. Effective measures have not been taken by the public authorities, a fact that is evident in any rainfall, which causes flooding in most cities, bringing risks, destruction, disease, lack of electricity, access to drinking water and transport. The dread is repeated. While Porto Alegre recently hosted the South Summit Brazil, Latin America’s largest technology and innovation event, where resilience was discussed in terms of private business, the state is still not building flood protection systems (8 projects have been promised, none are underway). The governments’ proposal is for more privatisation and more distancing from the people in politics. The fundamental people impacted in the countryside, cities, indigenous villages and retakes, quilombos and peripheries, who make food, care and collectiveness possible within their territories of life, need to participate in political decision-making spaces.

Just as the immediate response to the floods was provided by organised social movements and territories of life, founded on the principles of solidarity, this is also our only long-term way out. The indigenous retakings remain alive and from their roots come answers on how to regenerate the planet, re-exist and sow life. The Maria da Conceição Tavares occupation by the MTST (Homeless Workers’ Movement), in a public building that has been unoccupied for years in the centre of the capital, demonstrates that the solution might not have been the temporary houses proposed by the government, but that there are more houses without people than people without houses, and that the right to decent housing must prevail over the greed of the real estate speculation sector. Emergency kitchens continue to operate to this day, in a network of solidarity between the countryside and the city that has expanded and gained new spaces.

People’s organisations acted vigorously during the biggest socio-environmental catastrophe in Rio Grande do Sul to guarantee rights, and they continue to work together to support the population and build real responses to the systemic crises. They demand that the state assume its responsibilities and that policies be orientated around the needs of the territories of life, with popular participation. They constantly remind us that there is no climate justice without justice for the peoples. And on their horizon, as well as the brake on the climate emergency, are the banners for food sovereignty, the strengthening of agroecology, land sovereignty, popular urban and rural reform, the demarcation of indigenous territories and the titling of quilombolas. Against the fatalism preached by the capitalist system, which profits from disasters, there are peoples and communities in struggle, making alive the memory that reality must be transformed.

* Column originally published on May 22 in the newspaper Brasil de Fato at the following link https://www.brasildefato.com.br/colunista/amigos-da-terra-brasil/2025/05/22/um-ano-da-enchente-no-rio-grande-do-sul-o-que-e-memoria-para-alguns-para-muitos-ainda-e-realidade/

Cúpula dos Povos cobra ousadia dos tomadores de decisão na COP30

Evento acontece simultaneamente à conferência das Nações Unidas
e critica a baixa eficácia das negociações climáticas

A Cúpula dos Povos quer estabelecer protagonismo
da sociedade civil em espaço autônomo em relação à COP30 (30ª conferência das Nações Unidas sobre mudança do clima). O evento acontece entre os dias 12 e 16 de novembro, na Universidade Federal do Pará, em Belém, e estima público de 15 mil pessoas. Para as organizações envolvidas na cúpula, as decisões tomadas nas conferências da ONU não geram soluções eficazes
para o enfrentamento da crise climática.

A carta política lançada pelo movimento declara que “países
tomadores de decisão têm se omitido ou apresentado soluções
absolutamente ineficientes colocando em risco a meta de 1,5ºC
do Acordo de Paris. “As conferências se concentraram em objetivos ínfimos de
redução de dióxido de carbono e em estratégias a serviço dos interesses das corporações responsáveis por desastres ambientais”, diz Iván González, coordenador político da Confederação Sindical dos Trabalhadores das Américas (CSA).

Outras críticas da articulação pontuam a falta de
transparência nos processos decisivos das COPs e a falta de
participação da sociedade civil nos espaços de negociação.
O objetivo da articulação, composta por mais de 700 entidades
do Brasil e do mundo, é convergir demandas de grupos
afetados pelas mudanças climáticas, mas excluídos de
processos decisivos, como povos indígenas e quilombolas. 

Segundo González, sem a união das lutas por justiça ambiental
e social, negociações sobre o clima ficam desconectadas dos problemas reais da sociedade. A cúpula valoriza conhecimentos e iniciativas populares. Políticas públicas bem-sucedidas e experiência de movimentos sociais inspiram a proposição dos guias de atuação. Os seis eixos orientadores são: territórios vivos, soberania popular e alimentar; reparação histórica, combate ao racismo ambiental e ao poder corporativo; transição justa, popular e inclusiva; contra as opressões, pela democracia e pelo internacionalismo dos povos; cidades justas e periferias urbanas vivas; feminismo popular e resistência das mulheres nos territórios.

A escolha por eixos que aliam pautas diferentes é uma tentativa de fugir de caixas temáticas, explica Maureen Santos, coordenadora do Núcleo Políticas e alternativas da Ong FASE – Solidariedade e Educação e membro do comitê político da Cúpula dos Povos. Além de dar espaço para demandas diversas, o objetivo da articulação também é estabelecer ações concretas que serão tomadas após a COP30.

Na agenda oficial da Cúpula, estão incluídos um ato político, denominado “Da Amazônia para o mundo: justiça climática já!”, e uma reunião para divulgar informações sobre a estruturação do evento. Ambos acontecem entre 30 de maio e 2 de junho.

HISTÓRICO E ORGANIZAÇÃO
A Cúpula dos Povos é uma construção popular convocada  como resposta a eventos que reúnem líderes globais e chefes de grandes corporações para discutir questões ambientais.A primeira atuação da cúpula foi em 1992, no contexto da
ECO-92—ou Rio-92— da ONU. Já paralelamente às COPs, ela aconteceu frente à COP20 em Lima, no Peru, em 2014, por exemplo.  O evento que inspirou a estruturação da Cúpula do Povos rumo à COP30 foi a Cúpula dos Povos pela justiça social e  ambiental, que aconteceu em meio à Rio+20 (conferência das
Nações Unidas sobre desenvolvimento sustentável) em 2012,
no Rio de Janeiro. A iniciativa de construir uma contraposição à COP30 partiu de  movimentos sociais brasileiros na COP28, em Dubai.

“Percebíamos que várias organizações estavam pensando no que fazer para a COP30 de forma própria. A cúpula foi a forma de juntarmos tudo para discutir a possibilidade de fazer uma construção unitária nesse momento”, afirma Santos. Entre as organizações que se juntaram à ação, estão Observatório do Clima, Articulação dos Povos Indígenas do Brasil (Apib), Central Única dos Trabalhadores (CUT), Coalizão Negra por Direitos (CND) e Movimento pela Soberania Popular na Mineração (MAM).

Das 700 entidades, 84 são internacionais, como a Confederação Sindical dos Trabalhadores da América (CSA);  México sem Ecocídio e Centro Para Mudança Social de Joanesburgo, na África do Sul.  Para que essa união de muitos grupos funcione, a cúpula é organizada em um Comitê Político, que facilita e coordena o processo, e por grupos de trabalho, explica Santos. Os principais desafios enfrentados pela articulação estão relacionados à captação de recursos e alojamento para os 15 mil participantes do evento
A questão dos alojamentos não é um problema exclusivo da cúpula, Belém já enfrenta problemas de falta de acomodações para o público da COP30.

O evento está previsto para acontecer na Universidade Federal do Pará (UFPA). A meta é garantir acomodações nas imediações do local, o que  evitaria a necessidade de deslocamentos à cidade, diz Santos.

A escolha da UFPA como sede da Cúpula é um desafio por si só.

“Passamos por quatro anos de desmonte das universidades federais. Recursos não  chegavam para a infraestrutura e isso tem um impacto.  Estamos lidando com essa questão e vendo a melhor maneira  possível de aproveitar a Cúpula dos Povos como um legado também para a universidade”, afirma Santos.

Segundo Iván González, para os movimentos internacionais, a  dificuldade também está em garantir a participação presencial dos seus membros, devido aos custos de deslocamento.  Ainda, o momento de crise política em diferentes países é  aspecto que dificulta. Para além de lutar pela própria  sobrevivência, comunidades tradicionais, povos originários e  outros participantes da Cúpula precisam assegurar que suas  demandas sejam consideradas nas discussões durante o evento, afirma González.

Reportagem de Débora van Pütten, divulgada no jornal Folha de SP

O Pampa vai estar na Cúpula dos Povos e na COP30

Na 2ª feira (26 de maio), aconteceu a 3ª reunião, de uma série de encontros que estão sendo desenvolvidos no Rio Grande do Sul com foco na Cúpula dos Povos rumo à COP 30 (30ª Conferência das Partes das Nações Unidas sobre Mudança do Clima). Foi realizada presencialmente no Sindbancários, em Porto Alegre (RS), com a participação de movimentos sociais, entidades ambientalistas, populares e de comunidades tradicionais, sindicatos e outras organizações.

“Queremos fazer uma articulação regional dos povos do Pampa para que a gente possa ter uma estratégia de incidência em Belém, no Pará, no final do ano, e apresentar uma pauta que seja ampla e coletiva. Para que a nossa voz possa repercutir de forma unificada”, afirma Felipe Amaral, que participa deste fórum pela Amigas da Terra Brasil.

A expectativa é de que a Cúpula dos Povos mobilize entre 30 mil e 40 mil pessoas. Aqui no RS, essa articulação composta por cerca de 30 entidades está focada nas questões do Pampa. Até o final do ano, a intenção é levar o debate para cidades do interior do estado integradas pelo bioma, como Pelotas, Rio Grande e Bagé, no Sul e na Campanha gaúcha, e também na região metropolitana, buscando mobilizar mais organizações e comunidades a fim de fortalecer a participação em Belém.

“Queremos fazer um trabalho de construção coletiva, de acompanhamento e de presença em Belém, no Pará, mas acima de tudo, algo que seja para adiante. A questão ambiental não surge em função da COP e não se encerra nela também. Nossa expectativa é que essa construção seja algo maior do que o evento, que seja uma oportunidade de criar uma unidade em torno dos povos do Pampa”, diz Amaral.

O processo segue em construção, sendo pautado pela justiça ambiental e pelo protagonismo das mulheres na luta ambiental. Convidamos todas as organizações e comunidades interessadas a participarem desse movimento. A próxima reunião desta articulação do Pampa na #cúpuladosopovos e na #COP30 ocorre em 9 de junho, às 18h, no Sindbancários, em Porto Alegre. Para mais informações, entre em contato com Felipe pelo e-mail secretarianatbr@gmail.com ou telefone (51) 99709-4736 .

Povos tradicionais do Brasil e exterior cobram protagonismo na COP30 e na luta contra mudanças climáticas

Mais de 70 organizações se reúnem em Belém para reafirmar protagonismos dos povos da Amazônia

Mais de 70 organizações se reúnem em Belém para reafirmar protagonismos dos povos da Amazônia – Caetano Scannavino

Na sexta-feira (30), representantes de mais de 70 movimentos populares, organizações e povos tradicionais de 13 países se reuniram em ato político realizado em Belém, onde foi anunciado oficialmente que a Universidade Federal do Pará será o palco central das discussões da Cúpula dos Povos durante a COP30. O evento reforça a exigência de que os povos da Amazônia sejam os verdadeiros protagonistas da luta climática, a partir da escuta, do diálogo e proposição de políticas públicas, considerando a vivência e os saberes tradicionais.

Sob o tema “Da Amazônia para o Mundo: Justiça Climática Já!”, os povos da América Latina, África, Ásia e Europa proclamam: não há solução para a crise climática que não parta e envolva os povos originários e tradicionais.

Representando os povos indígenas do Brasil, Auricélia Arapiun, liderança indígena do Baixo Tapajós (PA) que compõe a Coordenação das Organizações Indígenas da Amazônia Brasileira (COIAB) participou do ato.

“A resposta somos nós, que estamos há muito tempo dizendo que temos a solução. Se eles tivessem a solução, nós não estaríamos a caminho do fim do mundo, como estamos hoje. Muito pelo contrário, a cada COP a situação só piora porque nós não estamos lá dentro, não somos ouvidos e nem seremos”, destaca Auricélia.

Durante sua fala, Auricélia pontuou fortemente atos de retrocesso por parte do Congresso Nacional, a exemplo da aprovação do Projeto de Lei 2159/2021, popularmente conhecido como PL da Devastação, que estabelece um novo marco para o licenciamento ambiental no Brasil em detrimento dos direitos dos povos tradicionais.

“Que COP30 queremos para o Brasil se o Congresso Nacional está atacando nossos territórios, está atacando o meio ambiente, se tem o PL da devastação, da destruição dos nossos territórios? Se aprovaram o PL de retrocesso demarcação das terras indígenas? Não é possível que estamos caminhando para esse ponto, ao mesmo tempo em que o Brasil e o governo do Pará se colocam como líderes de enfrentamento à crise climática”, denuncia Auricélia.

O lançamento do território da Cúpula dos Povos demarca o espaço público UFPA para reafirmar as práticas ancestrais, comunitárias e populares como caminhos concretos e viáveis para enfrentar a crise climática com justiça social.

“Essa Cúpula tem o papel fundamental de popularizar, de envolver o povo, de colocar o povo no centro dos debates, se apropriando do debate do clima e propondo, a partir da sua prática concreta e real, a transformação desse mundo que pertence a todos. E nós estamos dizendo que é necessária a participação popular que a COP, a Cúpula e o governo brasileiro demonstrem, de fato, um compromisso pela mudança”, explica Pablo Neri, da direção nacional do Movimento dos Trabalhadores Sem Terra (MST).

Cúpula dos Povos vai além da COP30

O ato compõe uma agenda de quatro dias que marcam a consolidação de estratégias coletivas para o evento principal em novembro, quando a Cúpula espera reunir cerca de 15 mil pessoas em Belém para uma ampla programação, que prevê a participação de mais de 700 organizações e redes sociais.

No entanto, as organizações reforçam que a COP30 não encerra a construção coletiva da Cúpula dos Povos, que vai além de calendários pré-determinados e tende a ser um espaço para a garantia do diálogo e luta permanente e internacionalista em defesa da Amazônia, dos povos e territórios.

Compondo a comitiva internacionalista do encontro, Sophie Ogutu, queniana de Nairóbi e integrante do Comitê Internacional da Marcha Mundial das Mulheres reforça a importância desse espaço destinado aos povos.

“As soluções para o mundo nunca virão em uma canetada. Nós estamos aqui e nós temos as soluções. E estou muito grata por estar aqui na Universidade do Pará, nesse espaço que deram para a gente. E olha, lá no Quênia, todos falam que de todas as COPs, gostariam de estar nessa do Brasil, porque aqui temos voz, aqui vocês abrem espaço para todos”, garantiu Sophie.

Do Peru, a ativista e feminista Denisse Chavez, do grupo Mujeres y Cambio Climáctico (GIMCC), reafirma ainda que a luta por justiça climática integra a luta por justiça em suas diversas esferas.

“Nós continuamos essa luta e vamos seguir para deixar para nossas filhas e nossas netas um mundo melhor. E nós só vamos conseguir isso exigindo justiça climática, justiça de gênero, justiça ambiental para todos os homens, mulheres e diversidades”, reforça

Cúpula dos Povos
Desde 1992, a Cúpula dos Povos é um grito de resistência e justiça por meio de um espaço autônomo onde as comunidades mais atingidas pela crise climática como os povos indígenas, quilombolas, comunidades tradicionais e moradores das periferias urbanas, somam forças para ecoar suas vozes e demandas.

Em novembro de 2025, o Brasil receberá a 30ª Conferência das Partes da Convenção-Quadro das Nações Unidas sobre Mudança do Clima (COP 30), nesse contexto, mais de 700 organizações, redes, coletivos se juntaram para construir um amplo processo de mobilização para que a COP no Brasil seja um ponto de virada nas discussões sobre a crise climática.

Texto originalmente publicado no Jornal Brasil de Fato, em: https://www.brasildefato.com.br/2025/05/31/povos-tradicionais-do-brasil-e-exterior-cobram-protagonismo-na-cop30-e-na-luta-contra-mudancas-climaticas/ 

Quarta Temática apresenta estudo “Política Nacional de Clima, Participação Social e Propostas dos Povos do Brasil para a Justiça Climática”

🍃 ✊🏽 Na quarta-feira (28), a Casanat, casa sede da ATBr, recebeu movimentos sociais, organizações populares, coletivos e juventudes para partilhar da Quarta Temática. Na ocasião, o estudo “Política Nacional de Clima, Participação Social e Propostas dos Povos do Brasil para a Justiça Climática” foi apresentado. Entrelaçando histórias de gentes e biomas, o momento correlacionou desafios, lutas e caminhos do Pampa à Amazônia na construção da justiça climática e dos povos.

Quartas Temáticas - 28/05/25 - CasaNAT, Porto Alegre (RS)

Foram debatidas políticas de clima, desmonte da legislação ambiental, o impacto do agronegócio na emergência climática (responsável por 75% das emissões no BR), falsas soluções de mercado com seus “créditos de carbono” e a ameaça de acordos de livre comércio. Contra projetos de morte do capital, suas lógicas ecocidas e violadoras de direitos, está o antídoto ancestral, a organização popular, sonhos rebeldes que plantam akilombamentos. Estão territórios que salvaguardam a vida com suas práticas, valores e sabenças – as ocupações, cozinhas solidárias, kilombos, aldeias e retomadas.

Quartas Temáticas - 28/05/25 - CasaNAT, Porto Alegre (RS)

Esteve em pauta o que representa a COP30 no Brasil e a relevância de espaços de convergência popular, como a Cúpula dos Povos, no reconstruir do internacionalismo solidário de classe. Frente a retrocessos como o avanço do PL da Devastação e a licença de instalação para o derrocamento do Pedral do Lourenço, no Rio Tocantins (PA), encontros como a Quarta Temática visam o fortalecimento mútuo e a construção de alternativas.

Quartas Temáticas - 28/05/25 - CasaNAT, Porto Alegre (RS)

Neste foram ressaltadas a reparação histórica e a Justiça Climática na perspectiva dos povos indígenas, tradicionais e das mulheres amazônidas, assim como as soluções dos povos. Bandeiras por reforma agrária popular, agroecologia, demarcação de territórios indígenas, titulação de quilombos, reforma fundiária e urbana, soberania territorial e alimentar foram erguidas.

📣 Aquecendo e ocupando a CasaNat, voltamos a realizar mensalmente a Quarta Temática, um espaço de encontro para a construção de outros mundos possíveis, com justiça climática, social e ambiental.

Confira a cobertura fotográfica em:

Quartas Temáticas - 28/05/25 - CasaNAT, Porto Alegre (RS)

Amigas da Terra marcou presença na 10ª edição da Festa da Biodiversidade

Nesta quinta-feira (22), Dia Internacional da Biodiversidade, a Amigas da Terra marcou presença na 10ª edição da Festa da Biodiversidade, realizada no Largo Glênio Peres, no Centro Histórico de Porto Alegre. O evento, que segue até o dia 25 de maio, reúne coletivos, organizações socioambientais, comunidades tradicionais, artistas e a população em geral em uma celebração da diversidade biológica e cultural.

A programação conta com palestras, rodas de conversa, apresentações artísticas, além de feiras com produtos recicláveis. A festa também conta com a participação de expositores de várias regiões do Rio Grande do Sul, incluindo povos indígenas e quilombolas.

A Amigas da Terra Brasil participou com uma banca informativa, convidando a sociedade e famílias a se tornarem coagricultoras dentro da Comunidade que Sustenta a Agricultura Agroecológica (CSAA) Territórios de Vida, que integra o programa de Soberania Alimentar da entidade. A proposta promove a produção e o consumo responsável de alimentos, fortalecendo práticas sustentáveis e redes de solidariedade urbana e rural.

Fazem parte da CSAA Territórios de Vida: CaSAnAT (Porto Alegre), Família Almeida do Assentamento Santa Rita de Cássia II (Nova Santa Rita), Assentamento Nova Estrela (Vacaria), Paneiro Kilombola – da Figueira Negra à Samaumeira / do Pampa à Amazônia, Sítio Casa de Barro (Caraá), Sítio Libélula (Rolante) e Verde Esperança (Maquiné).

A Festa da Biodiversidade foi organizada por diversas entidades: Amigas da Terra Brasil, Ser Ação, Utopia e Luta, INGA, Coletivo Catarse, Coletivo de Capoeira Angola Gira Ginga, GVC, DAIB/UFRGS, Fora da Asa, GEA Mamangava, Quilombo Lemos, KsaroSa, AGAPAN, Projeto Macacos Urbanos, Coletivo Mato do Julio, Movimento em Defesa do Litoral Norte, MTST / Cozinha da Azenha, Comitê de Combate à Megamineração, Cambada de Teatro em Ação Direta Levanta Favela, Ângela Xavier, Ana dos Santos, Coletivo Dandô POA, Biguá, Comuna do Arvoredo, Movimento de Justiça e Direitos Humanos, Anima Sonhos, Retomada Gãh Ré, Coletivo Mães da Periferia, Flor da Terra – Bioarte, Mandingas e Poções, Vive Praça Mafalda Veríssimo, Coop Circo, APAPOA, POIESIS.MADRE TIERRA, Maracatu Truvão, SIMCA e LP Pereira da Vila.

A abertura do evento ocorreu no dia 17 de maio com uma trilha ecológica no Parque da Redenção. A celebração deste 22 de maio reforça o alerta sobre a urgência em preservar a biodiversidade e o clima em todos os ecossistemas do planeta, promovendo, ao mesmo tempo, formas alternativas de vida baseadas na solidariedade, consumo consciente e respeito à natureza. Em ano de COP 30, na Amazônia, estamos todos interligados!

Confira a cobertura fotográfica em:

10ª Festa da Biodiversidade - 22/05/25 - Porto Alegre (RS)

 

Coluna de maio no jornal Brasil de Fato

 

Há um ano, a população do estado do Rio Grande do Sul, no Sul do Brasil, enfrentava um dos piores – se não o maior – desastres socioambientais da sua história. Nos últimos dias de abril e durante o mês de maio de 2024, os volumes de chuva registrados no estado foram muito altos na maioria das regiões,  situação sem precedentes em mais de um século de medições em diferentes municípios, segundo noticiou a Metsul, instituto de Meteorologia. Localidades de bacias hidrográficas importantes, dos quais diversos rios deságuam na região metropolitana de Porto Alegre, tiveram facilmente médias de 400mm a 800mm de chuva acumulada no período, alcançando impressionantes 1.023mm na estação meteorológica de Caxias do Sul, na Serra Gaúcha. Em menos de quinze dias choveu o equivalente ao que costuma chover durante cinco meses no estado.

Os resultados puderam ser acompanhados por todo o Brasil pela mídia, inclusive com transmissão ao vivo feita por âncoras famosos dos canais de TV. As imagens do caos climático correram o mundo. Cidades ficaram inundadas com as cheias dos rios e deficiência no sistema de proteção e de escoamento da água das chuvas, comunidades ilhadas devido a deslizamentos de terra e estradas destruídas, prejuízo econômico e impacto ao meio ambiente. Aproximadamente 537 mil pessoas tiveram que deixar suas casas; 80 mil precisaram recorrer a abrigos públicos; 184 pessoas morreram e outras 25 ainda seguem desaparecidas. Cerca de um a cada cinco habitantes do RS foram afetados pelas enchentes. Das 497 cidades que existem no estado, 478 foram atingidas.

Passado um ano, a histórica enchente ficou na memória para alguns mas, para muitos, ainda é uma realidade vivenciada diariamente. A classe trabalhadora, a população empobrecida, pequenos comerciantes, territórios indígenas e quilombolas, assentamentos da reforma agrária e camponeses seguem tentando recuperar suas perdas e reconstruir minimamente suas vidas. Para se ter uma ideia, no final de abril deste ano, quase 400 pessoas permaneciam em abrigos públicos por não terem para onde ir, a grande maioria na região metropolitana. O governo estadual quer esvaziá-los até o final de maio, mas utilizando soluções ainda mais precárias, como a estadia solidária e as casas temporárias, o que acaba por estender a agonia e uma insegurança que parece não ter fim. De recurso habitacional mais efetivo existe o programa do governo federal de compra de casa com verba pública (chamado de compra assistida), porém diversas famílias reclamam que não conseguem acessá-lo devido à exigência de comprovar documentação, além de o processo levar meses.

Resistir para existir: enchente escancara luta dos territórios de vida

Aldeia Mbyá Guarani Pindó Poty sofre, há anos, com alagamentos no bairro Lami, no Extremo Sul de Porto Alegre (RS). Os guaranis não contam mais quantas vezes reconstruíram suas casas,  perderam suas roupas e utensílios, plantios, animais domésticos e os que criavam para se alimentar. Na grande enchente de 2024, não foi diferente. A aldeia ficou debaixo d’água com o transbordamento do Arroio Lami, que passa ao lado do local. Temporariamente, as famílias foram abrigadas pelos parentes Kaingang da Aldeia Van-Ká, no mesmo bairro da Capital gaúcha. Quando retornaram, contaram com uma rede de solidariedade e de doações para reconstruir suas vidas novamente.

Um levantamento colaborativo, realizado de forma conjunta pelo CIMI Regional Sul, Comissão Yvyrupa Guarani (CGY), FLD/Comin/CAPA e CEPI/RS, indicou que mais de 80 comunidades e territórios indígenas foram diretamente afetados, alguns com extrema gravidade, nos meses de abril e maio passados. A CGY promoveu uma campanha de arrecadação financeira e de donativos na época, resultando na distribuição de 20 toneladas de alimentos para 37 aldeias, que também receberam água potável e itens básicos, como cobertores e colchões. Segundo relatório divulgado pela Comissão Guarani em junho de 2024, foram alcançadas 674 famílias, somando mais de 3.300 pessoas, em diversas regiões do estado do Rio Grande do Sul.

A campanha da CGY contou com ampla colaboração da sociedade civil, entre parceiros, pessoas, coletivos e organizações, muitas de fora do Brasil. Além dessa, a Amigas de Terra Brasil participou de outra frente, junto com a Rede Coop, pela qual entregamos cestas de alimentos da agricultura camponesa às famílias Guarani da Aldeia Yy Ryapu, em Palmares do Sul, no Sul do estado. Essas iniciativas resumem bem o que se viu em boa parte do período de emergência da enchente: uma rede solidária sustentada pela sociedade já organizada e por tantos indivíduos que, frente à necessidade urgente, organizaram-se. “Nenhuma das Tekoá [aldeias] atingidas teve apoio das autoridades até agora. Nem com alimentação, nem com nada. Aí é difícil. Quando aconteceu essa tragédia da enchente, conseguimos, através do apoio de parceiros indigenistas e de organizações de fora do país, como da Alemanha”, relatou Helio Wherá, da CGY.

A enchente escancara que os governos estão cada vez mais afastados dos territórios indígenas. Seja em atender a principal demanda de muitos deles, que é a demarcação da terra, quanto em fornecer a infraestrutura necessária e o acesso a serviços humanos básicos, como de saúde e saneamento, para que vivam. Em nível federal, vemos uma tentativa do Governo Lula tentar chegar nos locais, mas ocorre de forma muito lenta. A Aldeia Pekuruty resiste de forma precária há 16 anos às margens da BR 290, em Eldorado do Sul (RS), e na enchente de 2024 foi alagada, junto com cerca de 80% da cidade. O pouco que sobrou de seus pertences foi retirado por funcionários do DNIT (Departamento Nacional de Infraestrutura de Transportes), tendo que recomeçar praticamente do zero e contando apenas com a ajuda de parceiros.

Assim como a Pindó Poty, a Pekuruty aguarda a demarcação para que possa se instalar em local seguro. “O governo tem terra, será que pra índio não quer dar, ou quer matar tudo? O branco pensa com dinheiro. Aí compra animal, compra vaca, terra, planta tudo, colhe dinheiro. Vende água, vende peixe. De terra, tem 2 mil, 3 mil hectares. E aqui [na aldeia], tem 400 hectares, cavalos, vacas, tem terra. Será que não dá um pouquinho, para poder morar índio?”, questionou o cacique Estevão Kuaray.

Os efeitos da emergência climática são mais um, entre tantos desafios que os povos indígenas enfrentam diariamente para sobreviver. A Retomada Indígena Tekoa Yjerê, na Ponta do Arado, margeada pelo rio Guaíba na capital gaúcha, foi totalmente atingida pela enchente. Na ocasião, as famílias, constantemente atacadas por um empreendimento imobiliário que quer se instalar no local, perderam tudo, e o cacique Timóteo Karay Mirim refletiu sobre a relação dos povos com a natureza, que vem sendo destruída pela sociedade capitalista dos não indígenas (juruá). Na mesma época, na Aldeia Tekoá Jatay´ti (Cantagalo), situada em Viamão (RS), Jaime Vherá Guyrá, que foi cacique do território, evidenciou a importância das terras para os indígenas e a relação das terras com a emergência climática. 

“Desastre” virou oportunidade de lucro para os capitalistas e as grandes empresas

Desde 2019 pelo menos, acompanhamos um pouco do drama enfrentado por famílias do loteamento Guaíba City, onde vivem em torno de 280 famílias, entre as cidades de Charqueadas e Eldorado do Sul, próximo ao Rio Jacuí. A comunidade e o Assentamento da Reforma Agrária Apolônio de Carvalho, do MST (Movimento Sem Terra), corriam sérios riscos com o projeto de instalação da mina de carvão a céu aberto da Copelmi, que seria a maior do Brasil. O alagamento severo da região em 2024 foi a pá de cal para a empresa desistir do empreendimento neste ano, o qual já enfrentava embargo judicial e forte resistência popular.

É uma vitória sem dúvida, mas Guaíba City segue abandonada. A comunidade, que estava desassistida há anos pelo poder público, vivenciou outro nível de desamparo durante a enchente, quando ficou ilhada. De acordo com os moradores, não houve aviso sobre a inundação. Perderam seus pertences e animais domésticos, contabilizaram prejuízos com o alagamento de suas casas e pequenos comércios. Após o período da enchente, em visita à região, registramos animais mortos e muito lixo nas ruas, estradas estragadas e equipamentos públicos, como posto de saúde, desativados. A comunidade ainda pedia a reconstrução de uma ponte para se deslocar. As respostas das prefeituras foram lentas.

A cidade onde fica Guaíba City e a Aldeia Guarani Pekuruty é Eldorado do Sul que, proporcionalmente, foi o município mais atingido pela enchente em todo o Rio Grande do Sul. Dos cerca de 42 mil habitantes, 34 mil foram atingidos. A estimativa é que 80% das residências tenham sido danificadas, e toda a área urbana esteve alagada. Muitos moradores que saíram durante a enchente desistiram de retornar à Eldorado por insegurança e falta de perspectiva. Nessa mesma cidade, a população que ficou tenta reconstruir suas vidas sem muito recurso e dependendo de retornos demorados dos governos,que talvez nem cheguem como prometido, enquanto o governo do RS anunciou a instalação do maior complexo de infraestrutura digital da América Latina pela empresa Scala, num dos poucos terrenos que não foram alagados. A previsão é de que essa “cidade de datacenters” esteja entre os maiores investimentos privados da história do estado e consuma mais energia que a gerada pela quarta maior hidrelétrica do Brasil.

Na cidade vizinha, Guaíba, que também sofre com a enchente de 2024, a fabricante de celulose CMPC confirmou, no final do ano, que pretende seguir com o projeto bilionário de construir um novo parque industrial na região e ampliar as áreas de plantios de monocultivo de eucalipto. As monoculturas de árvores geram perda da biodiversidade e aumento do déficit hídrico onde são implementadas, ilhando territórios de vida cercados por estes projetos de morte. As fábricas de celulose, altamente utilizadoras de água, também são grandes poluidoras, como denunciam as mulheres camponesas assentadas no seu entorno. Além disso, monocultivos agravam extremos climáticos pela influência que tem no solo, nas águas e na biodiversidade. Monocultivo é emergência climática. E, aqui no RS, esses foram facilitados pela alteração no Zoneamento Ambiental da Silvicultura (ZAS), que possibilita que as áreas de monocultivos passem dos atuais 1,2 milhões de hectares para 4 milhões de hectares, proposta que teve envolvimento da própria CMPC, que se beneficia da medida.

Na capital, Porto Alegre, o setor imobiliário desponta entre os mais beneficiados com a enchente. Regiões da cidade que já recebiam projetos imobiliários para alta renda e ficaram alagadas, deverão ter volumosos investimentos do poder público para melhoria na infraestrutura. Outras áreas sucateadas, mas com potencial de exploração, possivelmente serão alvo da especulação imobiliária. O prefeito Sebastião Melo busca avançar, neste ano, na privatização da parte mais rentável do DMAE, órgão municipal responsável pelo fornecimento de água potável e da gestão da rede de esgoto da Capital, cujo sucateamento e precarização esteve na raiz do agravamento do caos climático vivido pelos seus 2 milhões de habitantes.

Depois de meses inoperante, o único aeroporto da capital gaúcha, operado pela transnacional alemã Fraport, só retomou a reconstrução após resgate econômico pelo governo federal e, ainda, não retomou a plena capacidade. Em meio ao caos climático, governo do Estado e prefeitura convocaram empresas privadas norte-americanas, como a WayCarbon e Alvarez & Marsal, especializada no capitalismo de desastre, que também fez a gestão privada, privatista e racista do desastre climático em Nova Orleans (Estados Unidos) após o furacão Katrina.

Alheios às mudanças do clima provocadas pela exploração e pela forma de produção predatória da sociedade em que vivemos, os governos de Leite e Melo optam por falsas soluções  que beneficiam grandes empresas e capitalistas e que, certamente, aprofundarão ainda mais a situação de emergência climática. Se antes a luta era contra o negacionismo, agora o enfrentamento é contra o oportunismo climático, que tenta expandir seus projetos de morte por meio de políticas neoliberais e soluções de mercado.

A resposta está na organização popular e no fortalecimento das soluções dos povos

O avanço do capital nos territórios de vida foi motor da enchente, tragédia tão anunciada por ambientalistas, movimentos sociais e populares que pautam a emergência climática, produto do capitalismo. Grande parte dos impactos poderiam ter sido evitados, mas alertas foram ignorados em nome do lucro da especulação imobiliária, do agronegócio e da mineração. Setores que, com seus empresários ou políticos, navegam no caos climático com projeto$ de morte, por vezes fantasiados em coletes salva-vidas anunciando falsas soluções de mercado.

Um ano após a enchente, para a maior parte da população a precariedade não é só lembrança. Medidas efetivas não foram tomadas pelo poder público, fato evidente em qualquer chuva, que faz alagamentos na maior parte das cidades, trazendo riscos, destruição, doenças, falta de luz, de acesso à água potável e ao transporte. O pavor se repete. Enquanto Porto Alegre recebeu, recentemente, o South Summit Brazil, maior evento de tecnologia e inovação da América Latina, em que se falou em resiliência nos termos dos negócios privados, o estado segue sem construção de sistemas de proteção contra cheias (8 projetos foram prometidos, nenhum está em execução). A proposta dos governos é de mais privatização e mais afastamento do povo nas políticas. Pessoas fundamentais impactadas nos campos, cidades, aldeias e retomadas indígenas, quilombos e periferias, que tornam possível o alimento, o cuidado, e coletividades dentro de seus territórios de vida, precisam participar dos espaços de decisão política.


Ocupação Maria da Conceição Tavares, do MTST, no centro da Capital. Crédito: Maí Yandara/ ATBR

 

Assim como a resposta imediata às enchentes quem deu foram os movimentos sociais organizados e os territórios de vida, fundados nos princípios da solidariedade, essa também é a nossa única saída a longo prazo. As retomadas indígenas permanecem vivas e de suas raízes vêm respostas sobre como regenerar o planeta, reexistir e semear a vida. A ocupação Maria da Conceição Tavares, do MTST (Movimento dos Trabalhadores Sem Teto), em um prédio público desocupado há anos no centro da Capital, demonstra que a solução poderia não ter sido as casas temporárias propostas pelo governo, mas que sim, tem mais casa sem gente do que gente sem casa, e que o direito à moradia digna deve prevalecer à ganância do setor da especulação imobiliária. Cozinhas de emergência seguem operando até os dias de hoje, em uma rede de solidariedade entre o campo e a cidade que se ampliou e ganhou novos espaços.

Organizações populares atuaram com fôlego durante a maior catástrofe socioambiental do RS para garantir direitos e seguem se articulando para amparar a população e construir respostas reais às crises sistêmicas. Demandam que as devidas responsabilidades sejam assumidas pelo Estado e que as políticas sejam orientadas a partir das necessidades dos territórios de vida, com participação popular. Lembram, constantemente, que não há justiça climática sem justiça para os povos. E no seu horizonte, assim como no freio para a emergência climática, estão erguidas bandeiras pela soberania alimentar, fortalecimento da agroecologia, soberania fundiária, reforma urbana e rural popular, demarcação já de territórios indígenas e titulação quilombola. Contra o fatalismo pregado pelo sistema capitalista, que lucra com desastres, estão povos e comunidades em luta fazendo viva a memória de que é preciso transformar a realidade.

Famílias Mbyá Guarani retomam território ancestral no Lami e recebem apoio de instituições e organizações civis

No dia 3 de maio, duas famílias Mbyá Guarani retomaram uma área por elas reconhecida como território ancestral, localizada na Estrada São Caetano, no bairro Lami, em Porto Alegre (RS). A retomada foi nomeada pelos Mbyá como Ka’aguy Mirim, que em tradução livre significa “Mata Sagrada”.

Na quarta-feira (14/05), a retomada Ka’aguy Mirim recebeu a visita de representantes de instituições que atuam na defesa dos direitos dos povos indígenas. Estiveram presentes o Ministério Público Federal, representado pelo procurador Ricardo Gralha Massia; a Fundação Nacional dos Povos Indígenas (Funai), por meio de Kaio Domingues Hoffmann; e o Conselho Estadual de Direitos Humanos do RS (CEDH/RS), com Silvio Jardim. A visita teve como objetivo ouvir a comunidade e a cacica Yvá Mônica, diante das ameaças que os indígenas relatam estar sofrendo por parte de não indígenas que reivindicam a posse da área.

Empreendimentos imobiliários e posseiros colocam em risco de extinção as matas e ambientes nativos. Com essa expansão urbana e imobiliária, os indígenas, como os Mbyá da retomada, vão perdendo seus espaços de sobrevivência. É preciso garantir esses territórios de vida. 

Durante a visita, foram discutidos encaminhamentos importantes relacionados à segurança da comunidade Mbyá Guarani, ao fornecimento de água e alimentos e à garantia de livre trânsito para apoiadores da aldeia e para os próprios parentes indígenas.

Além das instituições federais e estaduais, também estiveram presentes representantes da Prefeitura de Porto Alegre, por meio do CRAS (assistência social), e diversas organizações da sociedade civil que vêm oferecendo apoio contínuo à retomada. Entre elas, destacam-se o Conselho Indigenista Missionário (CIMI), a Amigas da Terra Brasil (ATBr) e Madre Tierra, que acompanham de perto o processo de retomada e os desafios enfrentados pela comunidade indígena no território. 

A Amigas da Terra Brasil se coloca contra o racismo ambiental e os projetos de morte. Garantir a segurança dos Mbyá da retomada e seu modo de viver é fundamental. Em apoio aos projetos de vida, seguimos na luta em defesa das retomadas!

Crédito da foto: Maí Yandara/ ATBR

Galeria de fotos no Flickr da Amigas da Terra Brasil

Retomada Tekoa Ka’aguy Mirim - 14/05/25 - Porto Alegre


Amigas da Terra Brasil

Quarta Temática da Amigas da Terra Brasil debaterá Política Nacional de Clima, Participação Social e Propostas dos Povos do Brasil para a Justiça Climática:

A Amigas da Terra Brasil volta a realizar a Quarta Temática, um espaço de encontro mensal de debate e trocas de experiências, no dia 28 de maio, às 19h, na CasaNat (Rua Olavo Bilac, 192), nossa sede em Porto Alegre (RS). Teremos transmissão ao vivo para todo o país!

Nesta Quarta Temática, lançaremos para debate público o estudo . Realizado por autoras e autores do Pampa à Amazônia, foi fruto de um processo coletivo de resgate de saberes e formação, visando a articulação, educação popular e incidência junto a movimentos e organizações aliadas no processo da Cúpula dos Povos rumo à COP30 (Conferência sobre Mudanças Climáticas da ONU), que acontecerá em Belém do Pará, em novembro de 2025.

O estudo faz um breve resgate das COPs na América Latina, abordando de forma crítica a participação social na construção das metas nacionais e das política de clima em disputa. Convergindo com as propostas populares em curso, traz também à discussão a Justiça Climática na perspectiva dos povos indígenas, tradicionais e das mulheres amazônidas.

Convidamos todas as pessoas interessadas, amigas e companheiras de luta a debaterem com a gente na CaSAnAT! Para quem não puder estar presencialmente, poderá acompanhar ao vivo por este link: https://bit.ly/quarta_tematicaclima (também no QRCode da imagem).

plugins premium WordPress